Maris Bustamante (ciudad de México, 1949) es una artista fuera de marcos tradicionales. Reconocida principalmente por sus acciones o performances, ha realizado una importante labor como académica, escritora e investigadora durante las tres últimas décadas.
Co-fundadora del No Grupo (1977-1983) y del colectivo-binomio feminista Polvo de Gallina Negra (1983-1993), ha recibido diversos reconocimientos como la residencia artística del Banff Centre for the Arts, Banff, Canadá (1995) y el Fideicomiso para la Cultura Mexico-USA/Rockefeller en 2001.
Paralelamente a su práctica artística y a su intensa labor como catedrática, dirige CAHCTAS, S.C., un Centro de Artes, Humanidades y Ciencias en Transdisciplina (acaso el primero de su especie en Latinoamérica), donde se generan laboratorios de pensamiento entre artistas y científicos con la finalidad de generar nuevas formas de conocimiento.
Actualmente se desempeña como catedrática en la San Francisco State University (California, USA), además de contar con la Fulbright Scholar 2008-2009. Esta charla, tuvo como marco el encuentro No Objetualismos Mexicanos comisariado por Sol Henaro, celebrado en el Museo de Arte Precolombino de Barcelona a finales del año pasado.
Ayer durante tu charla mencionabas que una de los rasgos más interesantes del arte, era su capacidad para generar conocimiento…
En la historia del arte tradicional, que es el de la lógica lineal y hegemónica, existe un “pecado capital” promovido en gran medida por los primeros filósofos: haber separado lo que se pensaba de lo que se sentía. Este acto poético de que pensamos con el cerebro y sentimos con el corazón, excluyó muchas cosas desde el principio. Dentro de esta separación entre el raciocinio, las emociones y la percepción, el arte era el autorizado para mover emociones, no para armar cuestiones de tipo intelectual. Desde entonces, los científicos eran los encargados del conocimiento y los artistas los encargados de las emociones, pero hoy día eso ya no existe. Desde hace unos 40 años los conceptualistas de distintas partes del mundo hemos estado diciendo que los artistas también producimos conocimiento. Y se trata de un conocimiento que se sustenta en aquello que Edgar Morin llama el “engrama”. En su teoría de la complejidad, Morin habla de que la especie humana avanza, en general, por la parte de la intuición, es decir, por la parte “engramática” que rompe con la percepción que es como un cinturón histórico. Pero Edgar Morin asegura también que existe una diferencia entre el “engrama” (que es lo que hace avanzar a la especie) y el “programa” (que es lo que hace que se detenga), que se basa en, por ejemplo, la ley, los protocolos o los comportamientos enseñados/aprendidos. En los últimos años ha habido un acercamiento conceptual a la idea de que el arte puede estar con la ciencia en tanto que generador de conocimiento. Si observas los programas de todas las universidades del mundo, te darás cuenta de la disociación que existe en torno a esto: unas carreras son puramente racionales, mientras que otras son puramente emocionales. Esta fragmentación básica y sustantiva de algo que en su origen estaba junto es lo que dio origen a las disciplinas tradicionales, pero ha llegado el momento de reunificarlas. Por eso me gusta decir que me dedico a la transdisciplina. Creo que actualmente hay razones suficientes para saber que podemos juntar cosas y apostar por un conocimiento intelectivo, emocional y perceptual. Nosotros los no objetualistas apostamos desde la década de los 70 por una visión armónica e integral del ser humano. Y aquí, la cuestión del género es importantísima porque el género divide. Por eso digo que si vamos hacia lo andrógino, cada quien hará lo que necesite hacer.
En ese sentido ¿en qué medida crees que el artista contemporáneo puede contribuir?
Completamente. Las escuelas están organizadas para que quienes hagan las aportaciones sean el 1.5 por cien y el otro 98.5 sólo reproduzca lo que se le enseña. Eso pasa en cualquier parte del mundo. Los artistas ya son otra cosa, ya no son adornos ni clowns. En ese contexto, me gusta mucho recordar aquel precepto de Diego Rivera que decía, en términos evidentemente marxistas, que los artistas eran su propia fuerza de trabajo y su propio capital.
¿Qué es la Creatividad para un artista?
Yo creo que el termino Creatividad significa hacer algo que no está hecho. Eso es muy difícil porque a los seres humanos se nos enseña sobretodo a reproducir. Existe imaginación y todo el mundo la usa, pero el problema radica en lo que se hace con esa imaginación. Es cierto que todos somos inteligentes; que todos tenemos imaginación pero casi nadie es creativo porque las estructuras no están diseñadas para eso y porque al sistema no le interesa que todos sean creativos. ¿Qué es lo que se puede hacer para que todos sean creativos? Yo digo que “romper el servicio” que significa romper con las estructuras autoritarias que nos condicionan. Una cosa es tener inteligencia e imaginación y otra es ser creativo. A aquellos que dicen que “nada puede ser inventado” yo les digo: “todo está hecho, sí, pero para quienes lo reproducen”.
En tiempos de la web 2.0, ¿cuáles crees que sean los principales retos para construir un nuevo modelo de pensamiento?
Creo que el primero que hay que hacer es diferenciar lo que sirve de lo que no sirve. Tenemos mucha información pero también tenemos mucha basura. Lo que todos tenemos que hacer es entender que la información que vale es la que tiene cosas significantes: saber escoger para ofrecer productos cualitativos y cuantitativos al mismo tiempo.
Tus performances de la década de los 70 y 80, dieron muchísimo de qué hablar en México. ¿Continúas con esta línea de trabajo?
Estoy cuidando mucho mi archivo personal desde que me jubilé como profesora. Los performances los hago ahora de 12 minutos para que estén impecables. Me preocupa mucho no hacer basura. Actualmente estoy en una intensa campaña por encontrar cómplices alrededor del mundo. Me gusta mucho trabajar con científicos y apuesto por que pensemos a la par y hagamos propuestas que, por un lado alteren por un lado al mundo como lo conocemos y por otro, refuercen las ideas que he venido rastreando desde hace 30 años.