Se dice, oficialmente, que solamente en Cataluña viven cerca de 7 mil 50 mexicanos, contra 16 mil 238 catalanes que viven actualmente en México, según las fuentes oficiales.
Por Christian Obregón y Victor Raúl Burguete
Al igual que los franceses de San Rafael, Veracruz, o los italianos de Chipilo, Puebla, el mexicano que visita Cataluña, en su gran mayoría, lo hace para quedarse: mezclarse y continuar con una relación México-Catalunya que con el paso del tiempo no hace sino fortalecerse; espejearse; retroalimentarse.
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Los mexicanos que llegamos a Cataluña llegamos del México profundo, del México menos probable, ya fuera por estudios, por amor o por trabajo, llegamos con la maleta llena de frijoles, de flor de calabaza, calcetines, huautli, electrocumbias o alegrías… También con chiles secos, miltomate , guajes, aguacates a escondidas y por supuesto todos los derivados del maíz, que ahora con música, literatura y arte, están presentes en todas las esferas de la ciudad.
Pero ¿por qué venimos los mexicanos, si nos queda tan lejos Cataluña?, ¿qué hacemos en la ciudad Condal?, ¿cómo nos hemos integrado?, ¿por qué no vemos mariachis en la Plaza Real y ¿por qué no hemos montado aún puestos de quesadillas o tamales en la rambla?, ¿por qué vemos un aumento en la cantidad de taquerías en las calles?, ¿por qué nos dicen “mexinarcos”?, ¿y por qué “ser ‘mexa’ es cada vez más chido” en este lado del planeta?